viernes, 22 de enero de 2010

De la Solidaridad



Estoy de vacaciones, mi office se había puesto maricón que porque había salido pirata y que no se qué.

Pensé seriamente en mandar mucho al diablo a mi office y sus notificaciones (digo, al fin que la culpa fue del individuo al que le encargue dejar más ágil a mi querida lap) pero mi profundo respeto por las leyes y las normas me hizo comprar por la módica suma de 1,000 nuevos pesos un pequeño estuche que, me dijeron, si era el office original… y estaba pensando en que ese dinero serviría para los niños de Camboya que no tienen para cigarros (frase célebre de una amiga de la UVM Toluca)

Después, y ya con la firme intención de escribir, noté que no había pensado en un tópico… y recordando mí aventura y del caso de apoyar a los menos afortunados… me he decidido por la solidaridad.

Solidaridad, según la siempre fiel Real Academia de la Lengua Española, es (citando) la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otro… y de ahí hay par de cosas que hay que rescatar.

De entrada la cuestión de “circunstancial”… lamentablemente la sociedad en la que vivimos (hablo de la occidental por aquello de que si no segmento se me echan encima los que estudian ciencias sociales)… no ayuda hasta que una de dos: Les toca a ellos o les hacen ver la suerte de alguien más, casi siempre los medios de comunicación masiva; mismos que organizan eventos como el Teletón, el Juguetón y cuanta cosa se les ocurra (evidentemente siempre y cuando termine en tón)

He escuchado siempre a éstos movimientos dos tipos de comentarios: Que son aliviadores de conciencia (entre los que me cuento) y los que dicen que son planes maléficos de empresas gigantes (hablan sobre todo de las televisoras) para evadir impuestos… respetables ambas posturas para que no se me pongan locos y que en parte tienen razón

Por otro lado, y por más que suene a pleonasmo, hay que hablar de “El otro”… ¿Quién es ese “otro”? ¿Cómo diferenciar a “otro”? ¿Nacionalidad? ¿Preferencia sexual? ¿Color de piel? ¿Gustos musicales? ¿El dinero que hay en el banco o la cartera?

Y es que, si vemos en retrospectiva, ¿Qué es lo que nos permitió sobrevivir cuando andábamos en cuatro extremidades? ¡La unión!... Dudo muchísimo que viviera más allá de una semana un homínido mamón que se sentía más porque tenía la piel de venado más brillante y que se empeñara en hacérselo notar a los demás.

En primera porque lo madrearían y en aquellos entonces no se andaban con mentadas de madre, de menos el garrotazo, y en segundo, porque probablemente lo segregarían del grupo, y solo, las posibilidades de que un homo neanderthalensis sobreviviera allá es la misma de que Carlos Slim sobreviva sin dinero.

He ahí el primer problema del ser humano: Nos hemos desnaturalizado. Ya no tenemos la consigna de apoyarnos como necesidad, si no como una obligación moral. No cooperamos hasta que vemos “historias desgarradoras” en la televisión o en el periódico.

Bien decía un amigo: Todos lloramos por los caídos en Haití, pero no volteamos a ver a nuestro rancho, no peleamos por nuestros pobres… ¿Solidaridad? Solo la que nos obligan a hacer los medios… ni más ni menos.

PD: ¿Que pensaron? ¿Qué hablaría de Haití? No… creo que ya hay suficiente (incluso demasiada) información, lo único que puedo decir es que, moralmente, apoyo a todos aquellos que perdieron todo… que sus dioses les den la esperanza que necesitan… Ab Imo Pectore